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Si Kreacher había podido escapar de un lago lleno de inferis, Harry confiaba en que la captura de Mundungus le llevaría unas pocas horas como mucho, y rondó por la casa toda la mañana en un estado de máxima expectación. Sin embargo, Kreacher no volvió esa mañana o siquiera esa noche. A la puesta de sol, Harry se sentía desaminado y ansioso, y la cena compuesta mayormente por pan mohoso, sobre el que Hermione había intentando una variedad de Trasfiguraciones sin éxito, no ayudaron en nada.
Kreacher no volvió al día siguiente, ni el día después de ese. Sin embargo, dos hombres encapuchados habían aparecido en la plaza fuera del número doce, y se quedaron allí en la noche, mirando fijamente en dirección a la casa que no podían ver.
-Mortifagos, seguro, -dijo Ron, mientras él, Harry y Hermione miraban por la ventana del salón de dibujo-. ¿Seguro que no saben que estamos aquí?
-No creo -dijo Hermione, aunque parecía asustada-. o habrían enviado a Snape a por nosotros, ¿verdad?
-¿Creéis que ha estado aquí y tiene la lengua atada por la maldición de Moody? -preguntó Ron.
-Si, -dijo Hermione- de otro modo habría podido decirles como entrar aquí, ¿verdad? Pero probablemente estén vigilando para ver si aparecemos. Sabían que Harry es el dueño de esta casa, después de todo.
-¿Cómo lo... ? -empezó Harry.
-Los testamentos de magos son examinados por el Ministerio, ¿recuerdas? Saben que Sirius te dejó este lugar.
La presencia de los mortifagos fuera incrementó el humor amenazador dentro del número doce. No habían tenido noticias de nadie que estuviera más allá de Grimmauld Place desde el patronus del Señor Weasley, y la tensión empezaba a pasar factura. Inquieto e irritable, Ron había desarrollado el molesto hábito de jugar con el Desiluminador en sus bolsillos. Esto enfurecía particularmente a Hermione, que había abandonado la espera por Kreacher para estudiar Los Cuentos de Beedle el Bardo y no apreciaba la forma en que las luces seguían encendiéndose y apagándose.
-¡Quieres parar! -gritó la tercera noche de ausencia de Kreacher, cuando todas las luces se apagaron de nuevo en el salón de dibujo.
-¡Lo siento, lo siento! -dijo Ron, accionando el Desiluminador y restaurando las luces-. ¡No sé qué estoy haciendo!
-¿Bueno, puedo sugerirte que encuentres algo útil en que ocuparte?
-¿Algo como leer cuentos para niños?
-Dumbledore me dejó este libro, Ron...
-... y a mí me dejó el Desiluminador, ¡quizás se supone que tenga que usarlo!
Incapaz de soportar la pelea, Harry salió de la habitación sin que lo notara ninguno de los dos. Se dirigió escaleras abajo hacia la cocina, la cual seguía visitando porque estaba seguro de que era allí donde era probablemente aparecería Kreacher. A medio camino, sin embargo, oyó un golpe en la puerta delantera, después chasquidos metálicos y el rechinar de la cadena.
Todos los nervios de su cuerpo parecieron tensarse. Sacó su varita, adentrándose en las sombras junto a las cabezas de elfos decapitados, y esperó. La puerta se abrió. Vio un destello de luz de las farolas de la plaza de abajo, y una figura encapuchada se adentró en el vestíbulo y cerró la puerta tras ella. El intruso dio un paso hacia adelante y la voz de Moody pregunto. "¿Severus Snape?". Entonces la figura de polvo alcanzó el final del vestíbulo y se lanzó sobre él, alzando su mano muerta.
-No fui yo quien te mató, Albus, -dijo una voz tranquila.
La maldición se rompió. La figura explotó de nuevo, y fue imposible divisar al recién llegado a través de la densa nube gris que esta dejó atrás.
Harry apuntó su varita en medio de ella.
-¡No te muevas!
Había olvidado el retrato de la Señora Black. Al oir su grito, las cortinas que la ocultaban se abrieron y ella empezó a gritar "Sangresucia y basura deshonrando mi casa...".
Ron y Hermione se lanzaron escaleras abajo tras Harry, apuntando con las varitas, como él con la suya, al hombre desconocido que ahora estaba de pie con los brazos alzados en el vestíbulo de abajo.
-¡Alto el fuego, soy Remus!
-Oh, gracias a Dios, -dijo Hermione débilmente, apuntando con su varita al retrato de la Señora Black; con una detonación, las cortinas se cerraron de nuevo y se hizo el silencio. Ron también bajó su varita, pero Harry no.
-¡Muéstrate! -gritó.
Lupin se adelantó hasta la luz de la lampara, con las manos todavía alzadras en un gesto de rendición.
-Soy Remus John Lupin, hombrelobo, algunas veces conocido como Lunático, uno de los cuatro creadores del Mapa del Merodeador, casado con Nymphadora, normalmente llamada Tonks, y te enseñé como producir un Patronus, Harry, que tiene forma de ciervo.
-Oh, está bien, -dijo Harry, bajando la varita-, pero tenía que comprobarlo, ¿verdad?
-Hablando como tu exprofesor de Defensa Contra las Artes Oscura, tengo que estar de acuerdo con que tenías que comprobarlo. Ron, Hermione, no deberíais ser tan rápidos bajando vuestras defensas.
Corrieron escaleras abajo hacia él. Envuelto en su gruesa capa negra de viaje, parecía exhausto, pero se alegraron de verle.
-¿No hay rastro de Severus entonces? -preguntó.
-No, -dijo Harry-. ¿Qué está pasando? ¿Todo el mundo está bien?
-Si -dijo Lupin-, pero todos estamos siendo vigilados. Hay un par de motifagos fuera en la plaza.
-Lo sabemos...
-Tuve que Aparecerme exactamente en el escalón superior de la entrada para asegurarme de que no me vieran. No deben saber que estás aquí, o estoy seguro de que tendrían más gente fuera, han estado escarbando por todas partes buscando cualquier conexión contigo, Harry. Vamos abajo, tengo mucho que contaros, y quiero saber qué ocurrió después de que abandonárais la Madriguera.
Descendieron a la cocina, donde Hermione señaló con su varita a la chimenea. Un fuego surgió instantáneamente. Eso proporcionó una ilusión de comodidad sobre las sombrías paredes de piedra y brillo a la larga mesa de madera. Lupin sacó unas pocas cervezas de mantequilla de debajo de su capa de viaje y se sentaron.
-Estuve aquí hace tres días pero tenía que librarme de los mortifagos que me iban a la zaga, -dijo Lupin- ¿Entonces vinísteis directamente aquí después de la boda?
-No, -dijo Harry-. Solo depués de que toparamos con un par de mortifagos en un café de Tottenham Court Road.
Lupin se derramó casi toda su cerveza en la pechera.
-¿Qué?
Explicaron lo que había ocurrido, cuando hubieron terminado Lupin parecía consternado
-¿Pero como os encontraron tan rápidamente? Es imposible seguir a alguien que Desaparece, a menos que los agarres mientras desaparecen.
-Y no parece muy problable que estén sencillamente patrullando Tottenham Court Road todo el tiempo, ¿verdad? -dijo Harry.
-No preguntábamos -dijo Hermione tentativamente-, si Harry no podría estar todavía bajo el control del Rastro.
-Imposible, -dijo Lupin. Ron se mostró arrogante y Harry se sintió enormemente aliviado-. Dejando cualquier otra cosa aparte, estarían seguros de que Harry está aquí si todavía pudieran Rastrearle, ¿verdad? Pero no se me ocurre como pudieron seguiros a Tottenham Court Road, eso me preocupa, me preocupa realmente.
Pareció perturbado, pero por mucho que a Harry le preocupara eso, la cuestión podía esperar.
-Cuéntanos que ocurrió después de que nos marcháramos, no hemos tenido noticias desde que le padre de Ron nos dijo que la familia estaba a salvo.
-Bueno, Kingsley nos salvó, -dijo Lupin-. Gracias a su advertencia la mayoría de los invitados a la boda pudieron Desaparecer antes de que llegaran.
-¿Eran mortifagos o gente del Ministerio? -intervino Hermione.
-Una mezcla de ambos pero las intenciones y propósitos de todos ellos son los mismos ahora -dijo Lupin-. Había una docena, pero no sabían que tú estabas allí, Harry. Arthur oyó el rumor de que habían intentado sacarle tu paradero a Scrimgeour mediante la tortura antes de matarle; si es cierto, no cedió.
Harry miró a Ron y Hermione, sus expresiones reflejaban la misma mezcla de sorpresa y gratitud que sentía él. Nunca le había gustado mucho Scrimgeour, pero si lo que decía Lupin era verdad, al final el hombre había intentado proteger a Harry.
-Los mortifagos registraron la Madriguera de arriba a abajo -siguió Lupin-. Encontraron al fantasma, pero no quisieron acercarse demasiado y después interrogaron a aquellos de nosotros que quedamos durante horas. Intentaban conseguir información sobre ti, Harry, pero por supuesto nadie aparte de la Orden sabía que habías estado allí.
-En el mismo momento en que irrumpían en la boda, forzaban la entrada en cada casa del pais relacionada con la Orden. Ningún muerto, -añadió rápidamente, anticipándose a la pregunta- Pero fueron duros. Quemaron la casa de Dedalus Diggle, pero como sabéis él no estaba allí, y utilizaron la Maldición Cruciatus con la familia de Tonks. De nuevo, intentando averiguar adonde habías ido después de visitarles. Están bien... sacudidos, obviamente, pero aparte de eso bien.
-¿Los mortifagos consiguieron entrar en todas las casas protegidas con encantamientos? -preguntó Harry recordando lo efectivos que estos habían sido la noche en que se había estrellado en el jardín de los padres de Tonks.
-Lo que tienes que comprender, Harry, es que los mortifagos cuentan ahora con todo el poder del Ministerio de su lado, -dijo Lupin-. Tienen el poder para realizar hechizos brutales sin miedo a ser identificados o al arrestro. Se las arreglaron para penetrar cualquier hechizo defensivo que lanzamos contra ellos, y una vez dentro, eran libres de hacer lo que quisieran.
-¿Y no se molestaron en inventar ninguna excusa para torturar a la gente por averiguar el paradero de Harry?
-Bueno, -dijo Lupin. Dudó, después sacó una copia doblada de El Profeta.
-Aquí tienes, -dijo, empujándola a través de la mesa hacia Harry-. Lo ibas a averiguar tarde o temprano. Este es su pretexto para perseguirte.
Harry desplegó el periódico. Una enorme fotografía de su propia cara llenaba la página frontal. El titular decía así:
BUSCADO PARA SER INTERROGADO SOBRE
LA MUERTE DE ALBUS DUMBLEDORE
Ron y Hermione rugieron indignados, pero Harry no dijo nada. Empujó lejos el periódico; no quería leer nada más. Sabía lo que diría. Nadie más que aquellos que habían estado en lo alto de la torre cuando Dumbledore había muerto sabíaN quien le había matado realmente, como Rita Skeeter ya había dicho al mundo mágico, Harry había sido visto alejándose corriendo del lugar de los hechos momentos después de que Dumbledore hubiera caído.
-Lo siento, Harry, -dijo Lupin.
-¿Así que los mortifagos han tomado El Profeta también? -preguntó Hermione furiosamente.
Lupin asintió.
-Pero seguramente la gente comprende lo que está pasando, ¿no?
-La estratagema ha sido limpia y virtualmente silenciosa, -dijo Lupin-. La versión oficial del asesinato de Scrimgeour es que dimitió, ha sido reemplazado por Pius Thicknesse, que está bajo la Maldición Imperius.
-¿Por qué Voldemort no se declara a sí mismo Ministro de Magia? -preguntó Ron.
Lupin rio.
-No lo necesita, Ron. En la práctica es el Ministro, ¿pero por qué debería sentarse tras un escritorio en el Ministerio? Su marioneta, Thicknesse, se ocupa de los asuntos cotidianos, dejando a Voldemort libre para extender su poder más allá del Ministerio.
-Naturalmente la gente ha adivinado lo que ha ocurrido. Ha habido un cambio muy dramático en la política del Ministerio en los últimos días, y muchos susurran que Voldemort debe estar detrás. Sin embargo, esa es la cuestión. Susurran. No se atreven a confiar los unos en los otros, sin saber en quien confiar, temen hablar, por si acaso sus sospechas son ciertas y sus familias se convierten en objetivos. Si, Voldemort está jugando a un juego muy astuto. Desvelarse a sí mismo podría haber provocado una rebelión abierta. Permaneciendo enmascarado esparce confusión, inseguridad y miedo.
-¿Y este cambio dramático en la política del Ministerio -dijo Harry-, incluye advertir al mundo mágico contra mí en vez de contra Voldemort?
-Indudablemente es parte de ello -dijo Lupin-. y es un golpe maestro. Ahora que Dumbledore está muerto, tu... El Chico que Vivió... eres claramente el símbolo y punto de apoyo de cualquier resistencia contra Voldemort. Pero sugiriendo que fue tu mano la que acabó con el viejo héroe, Voldemort no solo puede poner precio a tu cabeza, sino que siembra duda y miedo en cualquiera de los que te habrían defendido.
-Entretanto, el Ministerio ha empezado a moverse contra los nacidos muggles. -Lupin señaló a El Profeta-. Mirad la página dos.
Hermione pasó las páginas con misma expresión de disgusto que habia mostrado mientras sujetaba Secretos de las Artes Mas Oscuras.
-Registro de nacidos muggles, -leyó en voz alta-. El Ministerio de Magia emprende una investigación sobre los así llamados "nacidos muggles" para comprender mejor como llegan a poseer secretos mágicos.
-Investigaciones recientes llevadas a cabo por el Departamento de Misterios revelan que la magia solo puede pasar de una persona a otra cuando tienen hijos. Cuando no hay ninguna prueba de que existan antepasados magos, por consiguiente, los así llamados nacidos muggles probablemente hayan obtenido poder mágico robándolo o arrebatándolo a la fuerza.
-El Ministerio está decidido a castigar a tales usurpadores de poder mágico, y es con este fin que invita a los así llamados nacidos muggles a presentarse para una entrevista con la recientemente creada Comisión de Registro de los Nacidos Muggles.
-La gente no dejará que ocurra esto, -dijo Ron.
-Está ocurriendo, Ron, -dijo Lupin- Los nacidos muggles están siendo rodeados mientras hablamos.
-¿Pero cómo se suponen que han robado la magia? -dijo Ron-. Es una locura, si pudieras robar magia no habría ningún Squib, ¿verdad?
-Lo sé, -dijo Lupin-. No obstante, a menos que puedas probar que tienes al menos un pariente cercano mago, ahora se estima que has obtenido tu poder mágico ilegalmente y debes sufrir el castigo.
Ron miró a Hermione, después dijo:
-¿Y si los sangre pura y los de sangre media juran que un nacido muggle es parte de su familia? Diré a todo el mundo que Hermione es mi prima...
Hermione cubrió la mano de Ron con las suyas y apretó.
-Gracias, Ron, pero no podría dejar que tú...
-No tienes elección, -dijo Ron ferozmente, apretándole la mano en respuesta-. Te enseñaré mi árbol familiar para que puedas responder a cualquier pregunta sobre él.
Hermione soltó una risa temblorosa.
-Ron, estamos a la fuga con Harry Potter, la persona más buscada del pais, no creo que eso importe. Si fuera a volver a la escuela sería distinto. ¿Que planea Voldemort para Hogwarts? -preguntó a Lupin.
-Asistir es ahora obligatorio para cada joven bruja o mago -replicó él-. Se anunció ayer. Es un cambio, porque nunca antes fue obligatorio. Por supuesto, casi todos los magos y brujas ingleses han sido educados en Hogwarts, pero sus padres tenía derecho a enseñarles en casa o enviarlos al extranjero si lo preferían. De esta forma, Voldemort tendrá a toda la población mágica vigilada desde corta edad. Y también es otra forma de limpiar la maleza de los nacidos muggles porque los estudiantes deben tener Status de Sangre... significa que han probado ante el Ministerio que son descendientes de magos... antes de que se les permita asistir.
Harry se sintió enfermo y furioso. Es este momento, excitados chicos y chicas de once años estarían enfrascados en la lectura de un montón de libros de hechizos recién comprados, ignorando que nunca verían Hogwarts, que quizás nunca volverían a ver a sus familias tampoco.
-Es... es... -murmuró, luchando por encontrar las palabras que hicieran justicia al horror de sus pensamientos, pero Lupin dijo quedamente.
-Lo sé.
Lupin dudó.
-Entenderé que no puedas confirmar esto, Harry, pero la Orden tiene la impresión de que Dumbledore te encargó una misión.
-Lo hizo -replicó Harry-, y Ron y Hermione están al tanto y vienen conmigo.
-¿Puedes confiarme en qué consiste esa misión?
Harry miró a la cara prematuramente envejecida, enmarcada por espeso pero canoso pelo, y deseó darle una respuesta diferente.
-No puedo Remus. Lo siento. Si Dumbledore no te lo contó no creo que yo pueda.
-Sabía que dirías eso, -dijo Lupin, parecía decepcionado-. Pero aún así podría serte de alguna utilidad. Ya saber lo que soy y lo que puedo hacer. Podría ir con vosotros y proporcionaros protección. No habría necesidad de que me contaras exactamente lo que estás tramando.
Harry dudó. Era una oferta muy tentadora, aunque como podrían mantener su misión en secreto para él si estaba con ellos todo el tiempo era algo que no alcanzaba a imaginar.
Hermione, sin embargo, se quedó perpleja.
-¿Pero y qué hay de Tonks? -preguntó.
-¿Qué pasa con ella? -dijo Lupin.
-Bueno, -dijo Hermione, frunciendo el ceño-. ¡Estás casado! ¿Cómo va a sentirse ella si te largas con nosotros?
-Tonks estará perfectamente a salvo -dijo Lupin-. Estará en casa de sus padres.
Había algo extraño en el tono de Lupin; era casi frío. Había algo raro en la idea de Tonks ocultándose en casa de sus padres; ella era, después de todo, un miembro de la Orden y, por lo que Harry sabía de ella, probablemente querría estar en medio de la acción.
-¿Remus -dijo Hermione tentativamente-, todo va bien... ya sabes... entre vosotros?
-Todo va bien, gracias, -dijo Lupin bruscamente.
Hermione se puso colorada. Hubo una pausa, una torpe y embarazosa, y después Lupin dijo, con aire de estar obligándose a sí mismo a admitir algo desagradable.
-Tonks está embarazada.
-¡Oh, maravilloso! -chilló Hermione.
-¡Excelente! -dijo Ron entusiamado.
-Felicidades, -dijo Harry.
Lupin les dedicó una sonrisa tan artificial que fue más bien una mueca, después dijo:
-¿Entonces... aceptas mi oferta? ¿Los tres se convertirán en cuatro? No puedo creer que Dumbledore lo hubiera desaprovado, me designó como vuestro profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, después de todo. Y debo deciros que creo que nos enfrentamos a una magia que muchos de nosotros nunca podimos preveer o imaginar.
Ron y Hermione miraron ambos a Harry.
-Solo... solo para dejarlo claro -dijo él-. ¿Quieres dejar a Tonks en casa de sus padres y venir con nosotros?
-Estará perfectamente a salvo allí, ellos se ocuparán de ella, -dijo Lupin. Hablaba con una determinación que rayaba en la indiferencia-. Harry, estoy seguro de que James habría deseado que me quedara contigo.
-Bueno -dijo Harry lentamente-. Yo no. Estoy bastante seguro de que mi padre habría querido saber por qué no te quedabas con tu propio hijo, en realidad.
La cara de Lupin perdió todo color. La temperatura de la cocina podría haber caído diez grados. Ron recorría la habitación con la mirada como si estuviera aprendiéndosela de memoria mientras los ojos de Hermione saltaban de Harry a Lupin.
-No lo entiendes -dijo Lupin al fin.
-Explícamelo entonces -dijo Harry.
Lupin tragó.
-Yo... cometí un grave error casándome con Tonks. Lo hice contra mi buen juicio y me he arrepentido mucho desde entonces.
-Ya veo -dijo Harry-, ¿así que te deshaces de ella y del niño y sales corriendo con nosotros?
Lupin saltó sobre sus pies. Su silla cayó hacia atrás, y les miró tan ferozmente que Harry vio, por primera vez, la sombra del lobo bajo la cara humana.
-¿No entiendes lo que he hecho a mi mujer y a mi hijo nonato? ¡Nunca debí casarme con ella, la he convertido en una paria!
Lupin pateó a un lado la silla que había volcado.
-¡Tú solo me has visto entre los de la Orden, o bajo la protección de Dumbledore en Howargts! ¡No sabes como ve la mayoría del mundo mágico a las criaturas como yo! Cuando conozcen mi afección, a penas pueden hablarme. ¿No ves lo que he hecho? Incluso su propio familia está disgustada con nuestro matrimonio, ¿qué padres querrían que su única hija se casara con un hombrelobo? Y el niño... el niño...
Lupin realmente se estaba arrancando manojos de pelo; parecía bastante trastornado.
-¡Mi raza normalmente no procrea! Será como yo, estoy convencido de ello... ¿como puedo perdonarme a mí mismo, cuando sabía que me arriesgaba a pasar mi propia condición a un niño inocente? ¡Y si, por algún milagro no es como yo, será mejor, un millón de veces mejor, no tener un padre del que siempre tuviera que sentirse avergonzado!
-¡Remus! -susurró Hermione, con lágrimas en los ojos-. No digas eso... ¿cómo podría ningún niño avergonzarte de ti?
-Oh, no sé, Hermione, -dijo Harry-. Yo estoy bastante avergonzado de él.
Harry no sabía de donde salía su rabia, pero le había compelido a ponerse en pie también. Lupin tenía el mismo aspecto que hubiera tenido si Harry le hubiera golpeado.
-Si el nuevo régimen cree que los nacidos muggles son malos -dijo Harry-. ¿qué harán con un medio hombrelobo cuyo padre es miembro de la Orden? Mi padre murió intentando protegernos a mi madre y a mí, ¿y crees que él te diría que abandonaras a tu hijo y fueras a la aventura con nosotros?
-¿Cómo... cómo te atreves? -dijo Lupin-. Esto no es por gusto.. por peligro o gloria personal... ¿cómo te atreves a sugerir tal cosa...?
-Creo que estás siendo un poco atrevido -dijo Harry-. Calzándote los zapatos de Sirius.
-¡Harry, no! -le suplicó Hermione, pero él continuó mirando a la cara lívida de Lupin.
-Nunca me habría creído esto -dijo Harry-. El hombre que me enseñó a luchar contra los dementores... un cobarde.
Lupin sacó su varita tan rápido que Harry dificilmente tuvo tiempo de coger la suya; se oyó un sonoro bang y se sintió volar hacia atrás como si le hubieran dado un puñetazo, golpeó la pared de la cocina y se deslizó hasta el suelo, captó un vistazo del ruedo de la capa de Lupin desapareciendo por la puerta.
-¡Remus, Remus, vuelve! -gritó Hermione, pero Lupin no respondió. Un momento después oyeron la puerta principal cerrarse de golpe.
-¡Harry! -lloró Hermione-. ¿Como has podido?
-Fue fácil -dijo Harry. Se puso en pie, podía sentir un bulto hinchándose en su cabeza donde había golpeado la pared. Todavía estaba tan lleno de rabia que estaba temblando.
-¡No me mires así! -exclamó a Hermione.
-No la pagues con ella -gruñó Ron.
-No... no... ¡no debemos pelear! -dijo Hermione, lanzándose entre ellos.
-No deberías haber dicho esas cosas a Lupin -dijo Ron a Harry.
-Se lo merecía -dijo Harry. Imágenes sueltas recorrieron su mente. Sirius cayendo a través del velo, Dumbledore suspendido, roto, en medio del aire, un destello de luz verde y la voz de su madre, suplicando piedad...
-Los padres -dijo Harry-, no deberían abandonar a sus hijos a menos... a menos que tengan que hacerlo.
-Harry -dijo Hermione, estirando hacia él una mano consoladora, pero él se encogió y se apartó, con los ojos en el fuego que Hermione había conjurado. Una vez había hablado con Lupin ante esta chimenea, buscando consuelo con respecto a James, y Lupin le había consolado. Ahora la cara blanca y torturada de Lupin se mecía en el aire ante él. Sintió una enfermiza ráfaga de remordimiento. Ni Ron ni Hermione hablaban, pero Harry estaba seguro de que se miraban el uno al otro a sus espaldas, comunicándose silenciosamente.
Se giró y los pilló dándose apresuradamente la espalda el uno al otro.
-Sé que no debería haberle llamado cobarde.
-No, no deberías -dijo Ron al instante.
-Pero actúa como tal.
-Es lo mismo... -dijo Hermione.
-Lo sé -dijo Harry-. Pero si eso le hace volver con Tonks, habrá valido la pena, ¿no?
No pudo evitar la súplica de su voz. Hermione parecía simpatizar con él, Ron se mostraba inseguro. Harry bajó la mirada a sus pies, pensando en su padre. ¿Habría aprobado James lo que su hijo había dicho a su viejo amigo?
La silenciosa cocina parecía zumbar por la sacudida de la escena reciente y con los reproches no pronunciados de Ron y Hermione. El Profeta que Lupin había traído consigo todavía yacía sobre la mesa, la propia cara de Harry miraba al techo desde la portada. Se acercó a él y se sentó, abriendo una página al azar, y fingiendo leer. No podía concentrarse en las palabras, su mente todavía estaba llena del encuentro con Lupin. Estaba seguro de que Ron y Hermione habían reasumido su comuminicación silenciosa al otro lado de El Profeta. Pasó una página ruidosamente, y el nombre de Dumbledore saltó hacia él. Eso fue un momento o dos antes de que captara el signficado de la fotografía, que mostraba a una familia. Bajo la foto se leían estas palabras: La familia Dumbledore, de izquierda a derecha: Albus, Pervical, sujetando a la recién nacida Ariana, Kendra, y Aberforth.
Captada su atención, Harry examinó la foto más cuidadosamente. El padre de Dumbledore, Percival, era un hombre bien parecido con ojos que parecían tintinear incluso en esta vieja foto desvaída. El bebé, Ariana, era un poco más grande que una barra de pan y de aspecto no muy llamativo. La madre, Kendra, tenía el pelo negro azabache echado hacia atrás en un moño alto. Su cara tenía una cualidad tirante debido a él. Harry pensó en las fotos de nativos americanos que había visto cuando estudió sus ojos oscuros, los pómulos altos, la nariz recta, formalmente compuesta con un vestido de cuello alto. Albus y Aberforth vestían chaquetas de cuello a juego y tenía identicos cortes de pelo. Albus parecía varios años mayor, pero por lo demás los dos chicos se parecían mucho, pero eso había sido antes de que Dumbledore se rompiera la nariz y antes de llevar gafas.
La familia parecía feliz y normal, sonriendo serenamente desde el periódico. El brazo del bebé Ariana ondeaba vagamente dentro y fuera de su chal. Harry miró sobre la foto y vio el titular.
EXTRACTO EXCLUSIVO DE LA PROXIMA
BIOGRAFIA DE ALBUS DUMBLEDORE
Por Rita Skeeter
Pensando que dificilmente podría hacerle sentir mucho peor de lo que ya se sentía, Harry empezó a leer:
Orgullosa y arrogante, Kendra Dumbledore no pudo soportar permanecer en en Mould-on-the-Wold después de que su marido Percival fuera públicamente arrestado y encerrado en Azkaban. Por consiguiente decidió desarraigar a la familia y reacomodarla en el Valle de Godric, el pueblo que después ganaría fama como el escenario de la extraña escapada de Harry Potter de Quien-ustedes-ya-saben.
Como Mould-on-the-Wold, el Valle de Godric era hogar de un buen número de familias de magos, pero Kendra no entabló relación con ninguna de ellas, evitaba la curiosidad sobre el crimen de su marido que había soportado en el pueblo anterior. Rechazó repetidamente los amigables avances de sus nuevos vecinos magos, pronto se seguró de que su familia se mantuviera aislada.
"Me cerró la puerta en la cara cuando fui a darle la bienvenida con un caldero de Cauldron Cakes caseros" dijo Bathilda Bahshot. "La primera vez que estuve allí solo vi a los dos chicos. No habría sabido que tenía una hija si no hubiera estado recogiendo hierbas a la luz de la luna un invierno después de que se mudaran. Vi a Kendra conduciendo a Ariana hasta el jardín de atrás. La paseó por el césped, manteniendo una garra firme sobre ella, luego la volvió a entrar dentro. No supe qué pensar.
Parece ser que Kendra pensó que mudarse al Valle de Godric era la oportunidad perfecta para ocultar a Arianna de una vez y para siempre, algo que probablemente había estado planeando durante años. La oportunidad del momento fue significativa. Ariana tenía apenas siete años cuando se perdió de vista, y los siete es la edad mágica en la que la mayoría de los expertos está de acuerdo en que se revela la magia a sí misma, si se presenta. Nadie vivo actualmente recuerda a Arianna demostrando la más mínima señal de habilidad mágica. Parece claro, por lo tanto, que Kendra tomó la decisión de ocultar la existencia de su hija antes que sufrir la vergüenza de admitir que había dado a luz a un a Squib. Mudarse lejos de amigos y vecinos que conocían a Ariana, por supuesto, haría que mantenerla prisionera fuera más fácil. Podía contarse con el pequeño número de personas que de ahí en adelante conocieron la existencia de Arianna para mantener el secreto, incluyendo a sus dos hermanos, que desviaban preguntas embarazosas con la respuesta que su madre les había enseñado. "Mi hermana es demasiado frágil para la escuela".
Próxima semana: Albus Dumbledore en Hogwarts... los Premios y la Presencia.
Harry había estado equivocado. Lo que había leído le había hecho sentir peor. Volvió a mirar la fotografía de la aparentemente feliz familia. ¿Era cierto? ¿Cómo podía averiguarlo? Deseaba ir al Valle de Godric, incluso si Bathilda no estaba en condiciones de hablar con él; quería visitar el lugar donde Dumbledore había perdido a aquellos a los que amaba. Estaba en proceso de bajar el periódico, para preguntar a Ron y Hermione su opinión, cuando un ensordecedor crack llenó la cocina.
Por primera vez en tres días Harry se había olvidado del todo de Kreacher. Su primer pensamiento fue que Lupin había irrumpido en la habitación, y durante una fracción de segundo, no se fijó en la masa de extremidades que se retorcían y que había aparecido de la nada junto a su silla. Se apresuró a ponerse en pie mientras Keacker se desenredaba y se inclinaba ante Harry, croando,
-Kreacher ha vuelto con el ladrón Mundungus Fletcher, Amo.
Mundungus luchó por levantarse y sacó su varita. Hermione sin embargo, fue demasiado rápida para él.
-¡Expelliarmus!
La varita de Mundungus voló por el aire y Hermione la cogió. Con los ojos salvajes, Mundungus se lanzó hacia las escaleras; Ron le hizo un placaje y Mundungus golpeó el suelo de piedra con un crujido amortiguado.
-¿Qué? -gritó a voz en cuello, retorciéndose en su intento por liberarse del agarre de Ron-. ¿Que he hecho? Mandarme a un sangriento elfo doméstico, ¿a qué estás jugando, qué he hecho?, suéltame, suéltame o...
-No estás en posición de formular amenazas -dijo Harry. Lanzó a un lado el periódico, cruzó la cocina en unas pocas zancadas, y se puso de rodillas junto a Mundungus que dejó de luchar aterrado. Ron se levantó, jadeando, y observó como Harry apuntaba su varita deliberadamente hacia la nariz de Mundungus. Mundungus hedía a sudor rancio y humo de tabaco. Su pelo estaba enredado y su túnica manchada.
-Kreacher se disculpa por la tardanza en traer al ladrón, Amo -croó el elfo-. Fletcher sabe como evitar la captura, tiene muchos escondrijos y cómplices. No obstante, Kreacher atrapó al ladrón al final.
-Lo has hecho realmente bien, Kreacher -dijo Harry, y el elfo hizo una reverencia.
-Bueno, tenemos unas cuantas preguntas para ti -dijo Harry a Mundungus, que gritó al instante.
-¿Me entró el pánico, vale? Nunca quise ir para empezar, sin ofender, colega, pero nunca me ofrecí voluntario para morir por ti, y era el mismísimo Quien-tu-ya-sabes el que venía volando hacia mí, todo el mundo se largaba, dije todo el rato que no quería hacerlo...
-Para tu información, el resto de nosotros no Desapareció -dijo Hermione.
-Bueno, entonces sois unos malditos héroes, ¿verdad?, pero yo nunca fingí presentarme voluntario para que me mataran...
-No estamos interesados en por qué dejaste en la estacada a Ojoloco -dijo Harry, moviendo su varita un poco más cerca de los ojos perrunos e inyectados de sangre de Mundungus-. Ya sabíamos que eras un pedazo de escoria indigno de confianza.
-Bueno entonces, ¿por qué me mandas elfos domésticos? ¿O esto va de las copas de nuevo? No tengo ya ninguna de ellas, o te las habría dev...
-No es por las copas tampoco, aunque te vas acercando -dijo Harry-. Cállate y escucha.
Era maravilloso tener algo que hacer, alguien a quien poder exigir un trocito de verdad. La varita de Harry estaba ahora tan cerca del puente de la nariz de Mundungus que Mundungus bizqueaba intentando mantener la vista fija en ella.
-Cuando limpiaste esta casa de cualquier cosa de valor. -Empezó Harry, pero Mundungus le interrumpió de nuevo.
-A Sirius ningun le interesó nada de esta basura...
Se produjo un sonido de pies corriendo, un destello de cobre brillante, un resonante clang y un grito de agonía. Kreacher había ido corriendo hacia Mundungus y le había golpeado en la cabeza con una cacerola.
-Quítamelo de encima, quítamelo de encima. ¡Deberían encerrarlo! -gritaba Mundungus, acobardado cuando Kreacher alzó de nuevo la pesada cacerola.
-¡Kreacher, no! -gritó Harry.
Los flacos brazos de Kreacher temblaban por el peso de la cacerola, todavía sostenida en alto.
-¿Quizás solo un poco más, Amo Harry, por suerte?
Ron rio.
-Le necesitamos consciente, Kreacher, pero si necesita que lo persuadan podrás hacer los honores -dijo Harry.
-Muchas gracias, Amo -dijo Kreacher con una reverencia, y retorcedió una corta distancia, sus grandes ojos pálidos todavía estaban fijos en Mundungus con aversión.
-Cuando despojaste esta casa de todo lo de valor que pudiste encontrar. -Empezó Harry de nuevo-, cogiste unas cuantas cosas de la alacena de la cocina. Había allí un guadapelo. -La boca de Harry se quedó de repente seca. Podía sentir la tensión de Ron y Hermione y también la excitación-. ¿Que hiciste con él?
-¿Por qué? -preguntó Mundungus-. ¿Tenía algún valor?
-¡Todavía lo tiene! -gritó Hermione.
-No, no lo tiene -dijo Ron astutamente-. Se pregunta si debió haber pedido más dinero por él.
-¿Más? -dijo Mundungus-. Eso habría sido dificil.... dado que me lo quitaron, ¿verdad? No tuve elección.
-¿Qué quieres decir?
-Estaba vendiendo en el Callejón Diagon y ella se presentó y mi preguntó si tenía licencia para vender artefactos mágicos. Menuda entrometida. Me iba a arrestar, pero se le antojó el guardapelo y me dijo que se lo llevaba y me dejaría en paz por el momento, y supongo que tuve suerte.
-¿Quién era esa mujer? -preguntó Harry.
-No sé, alguna vieja bruja del Ministerio.
Mundungus pensó por un momento, frunciendo la frente.
-Pequeña. Con un sombrerito en lo alto de la cabea.
Frunció el ceño y después añadió:
-Parecía un sapo.
Harry dejó caer su varita. Esta golpeó a Mundungus en la nariz y disparó chispas rojas hacia sus cejas, que se incendiaron.
-¡Aguamenti! -gritó Hermione, y un chorro de agua surgió de su varita, empapando a un balbuceante y ahogado Mundungus.
Harry levantó la mirada y vio su propia sorpresa reflejada en las caras de Ron y Hermione. Las cicatrices del dorso de su mano derecha parecían estar cosquilleando otra vez.
Comment posted by Karminu
at 7/20/2007 10:57:00 PM
No puede ser!!!
La tarada esa sabia que era el guardapelo??!!
Ahora que va a hacer Harry??!!
Maldigo a Dolores Jane Umbridge por todo el sufrimiento que nos causo y nos sigue causando
PD: Si era ella la sapa ¬¬
Comment posted by Anonymous
at 7/20/2007 10:37:00 PM
Hey no sean así publiquen luego los demás capítulos... estamos sedientos de Harry Potter... en español!!!
Comment posted by Anonymous
at 7/20/2007 10:15:00 PM
Excelente!!1
Gracias
Comment posted by francisca
at 7/20/2007 9:28:00 PM
muuuuchas gracias!!
de vdd se pasannn!
saludooos!
fuerza chile en canada!!!
no tiene na k ver
lo siento :P
Publicado por
Fragua
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19:07
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Harry se despertó temprano a la mañana siguiente, envuelto en una saco de dormir sobre el suelo del salón de dibujo. Un resquicio de cielo era visible entre las pesadas cortinas. Era de un frío y claro azul como de tinta aguada, en algún punto entre la noche y el amanecer, y todo estaba en silencio a excepción de las respiraciones lentas y profundas de Ron y Hermione. Harry echó un vistazo a las oscuras y largas siluetas tendidas en el suelo junto a él. Ron había tenido un detalle de galantería y había insistido en que Hermione durmiera sobre los cojines del sillón, por lo que su silueta destacaba por encima de la de el, con el brazo encorvado hacia el suelo y los dedos a pocas pulgadas de los de Ron. Harry se preguntó si se habrían quedado dormidos con las manos entrelazadas. Esa idea le hizo sentir extrañamente solitario.
Miro hacia arriba al ensombrecido techo, al candelabro lleno de telarañas. Menos de veinticuatro horas antes, había estado de pie a la luz del sol a la entrada de la carpa, esperando a los invitados de la boda para guiarlos a sus asientos. Parecía que desde entonces hubiera pasado toda una vida. ¿Qué pasaría ahora? Acostado en el suelo pensó en los Horrocruxes, en la intimidante y compleja misión que Dumbledore le había dejado… Dumbledore…
La pena que lo había abrumado desde la muerte de Dumbledore se sentía diferente ahora. Las acusaciones que había oído hacer a Muriel en la boda parecían haber anidado en su cerebro como algo enfermizo, contaminando los recuerdos que tenía del mago al que había idolatrado. ¿Podía Dumbledore haber dejado que sucedieran esas cosas? ¿Podía haber sido como Dudley, y haberse quedado tan contento presenciando tal negligencia y abuso mientras no le afectara a él? ¿Podía haber dado la espalda a su hermana a la que mantenían encarcelada y oculta?
Harry pensó en el Valle de Godric, en las tumbas que había allí y que Dumbledore nunca había mencionado; pensó en los misteriosos objetos dejados sin explicación en el testamento de Dumbledore, y allí en la oscuridad le invadió el resentimiento. ¿Por qué Dumbledore no se lo había contado? ¿Por qué no se lo había explicado? ¿De verdad Dumbledore se había preocupado por Harry? ¿O Harry no había sido para él mas que un instrumento a ser perfeccionado y afinado, pero sin fiarse de él, sin nunca confiar en él?
Harry no podía soportar yacer allí sin nada más que amargos pensamientos por compañía. Desesperado por hacer algo, por conseguir una distracción, se deslizó fuera del saco de dormir, cogió su varita, y se arrastró fuera de la habitación. En el descansillo susurró, “lumos”, y comenzó a subir las escaleras a la luz de la varita.
En el segundo descansillo se hallaba el dormitorio en el que él y Ron habían dormido la última vez que habían estado allí; miró dentro de la habitación. Las puertas del armario estaban abiertas y la ropa de cama había sido rasgada. Harry recordó la pierna de troll derribada en el piso de abajo. Alguien había registrado la casa después de que la Orden se hubiera ido. ¿Snape? ¿O tal vez Mundungus, que había hurtado bastantes cosas de esta casa tanto antes como después de la muerte de Sirius? La mirada de Harry vagó hacia el retrato que a veces contenía a Phineas Nigellus Black, el tatara-tatarabuelo de Sirius, pero estaba vacío, mostrando solamente un turbio telón de fondo. Evidentemente Phineas Nigellus estaba pasando la noche en el estudio del Director en Hogwarts.
Harry continuó subiendo las escaleras hasta que llegó al último descansillo donde solo había dos puertas. La que estaba frente a él llevaba una placa con la inscripción Sirius. Harry nunca antes había entrado en el dormitorio de su padrino. Abrió la puerta, sosteniendo la varita en alto para extender la luz lo máximo posible. La habitación era espaciosa y en algún momento debía haber sido elegante. Había una gran cama con una cabecera de madera labrada, una alta ventana oscurecida por largas cortinas de terciopelo y un candelabro densamente cubierto de polvo con restos de vela todavía descansando en sus soportes, y cera sólida colgando que había dejado regueros como escarcha. Una fina capa de polvo cubría los cuadros de las paredes y la cabecera de la cama; una tela de araña se extendía entre el candelabro y la parte de arriba del gran armario de madera, y al adentrarse Harry en la habitación, oyó como se escurrían los ratones al haberlos molestado.
El adolescente Sirius había empapelado las paredes con tantos carteles y fotos que muy poco de las paredes de seda gris acerada era visible. Harry solo podía asumir que los padres de Sirius no habían sido capaces de eliminar el Encantamiento de Adherencia Permanente que los mantenía en la pared porque estaba seguro que no debían haber apreciado el gusto en decoración de su hijo mayor. Parecía que el único propósito de Sirius había sido buscar la forma de fastidiar a sus padres. Había varios grandes estandartes de Gryffindor, de un desvaído color rojo, colgados con el único propósito de subrayar su diferencia frente el resto de la familia Slytherin. Había varias fotos de motos muggle, y también (Harry tenía que admirar la sangre fría de Sirius) varios carteles de chicas muggle en bikini. Podía afirmar que eran muggles porque permanecían inmóviles en sus fotos, con marchitas sonrisas y satinados ojos congelados en el papel. Esto contrastaba con la única foto encantada que había sobre la pared que era una foto de cuatro estudiantes de Hogwarts de pie unos junto a otros, sonriendo a la cámara.
Con un sobresalto de placer, Harry reconoció a su padre, su alborotado cabello negro peinado hacia atrás como el de Harry, y él también llevaba gafas. Junto a él estaba Sirius, despreocupadamente apuesto, su rostro ligeramente arrogante mucho más joven y feliz de lo que Harry le había visto nunca en vida. A la derecha de Sirius, se hallaba Pettigrew, más de una cabeza más bajo, regordete y con los ojos llorosos, sonrojado por el placer de ser incluído en la más estupenda de las pandillas, con los muy admirados rebeldes que James y Sirius habían sido. A la izquierda de James estaba Lupin, aún entonces se veía le algo desarrapado, pero con el mismo aire de deleitada sorpresa de encontrase a sí mismo querido y aceptado… ¿o tal vez era simplemente que Harry sabía como habían sido las cosas y por eso podía verlo en el retrato? Trató de quitarlo de la pared; después de todo, era suyo ahora, Sirius le había dejado todo, pero no pudo moverlo. Sirius no había dejado nada al azar en su prevención por que sus padres redecoraran la habitación.
Harry miro alrededor por el suelo. El cielo afuera se estaba aclarando. Un rayo de luz reveló trozos de papel, libros, y pequeños objetos desparramados sobre la alfombra. Evidentemente la habitación de Sirius también había sido revisada, aunque su contenido parecía haber sido juzgado en su mayor parte, aunque no enteramente, sin valor. Algunos de los libros habían sido sacudidos tan rudamente como para arrancarles las tapas y esparcirlas junto a varias páginas por el suelo.
Harry se agachó, levantó unos pocos trozos de papel, y los examinó. Reconoció uno como parte de una vieja edición de Historia de la Magia, de Bathilda Bagshot, y otro como perteneciente a un manual sobre el mantenimiento de motos. El tercero estaba escrito a mano y arrugado. Lo aliso.
Querido Canuto
¡Gracias, gracias, por el regalo de cumpleaños de Harry! Fue su preferido de lejos. Apenas tiene un año y ya se eleva rápidamente sobre la escoba de juguete, se le veía tan complacido consigo mismo. Te adjunto una fotografía para que lo veas. Sabes que solo se eleva unos dos pies del piso pero casi mata al gato y destrozó un jarrón horrible que Petunia me envío por navidad (no me quejo de esto). Por supuesto que James creyó que había sido muy gracioso, dice que va a ser un gran jugador de Quidditch, pero tendremos que guardar todos los adornos y asegurarnos de no apartar los ojos de él mientras está en ello.
Tuvimos un muy tranquilo té de cumpleaños, solo nosotros y la vieja Bathilda que siempre fue muy dulce con nosotros y se le cae la baba con Harry. Sentimos tanto que no pudieras venir, pero la Orden tiene que ser lo primero, y de cualquier forma ¡Harry no es lo bastante mayor como saber que es su cumpleaños! James se siente un poco frustrado por estar aquí encerrado, trata de no demostrarlo pero yo puedo verlo… además Dumbledore todavía tiene su Capa de Invisibilidad, así que no tiene posibilidad de hacer ni una pequeña excursión. Si pudieras visitarnos, eso le alegraría muchísimo .Gusano estuvo aquí el fin de semana pasado. Me pareció que estaba triste, pero probablemente fuera por lo de los McKinnons; lloré toda la noche cuando me enteré.
Bathilda nos visita casi todos lo días, es una viejecita fascinante que cuenta historias de lo más fantásticas acerca de Dumbledore. ¡No estoy segura de si a él le agradaría mucho si se enterara! De hecho, no se cuanto creerle, porque parece increíble que Dumbledore
A Harry le pareció que las extremidades se le habían entumecido. Se quedó inmóvil allí de pie, sosteniendo el milagroso papel entre los dedos insensibles mientras dentro de él una especie de erupción silenciosa emandaba alegría y pena que retumbaba en igual medida a través de sus venas. Caminó tambaleándose hasta la cama, y se sentó.
Volvió a leer la carta, pero no pudo encontrarle otro significado que el que ya le había encontrado la primera vez, y se vio reducido a mirar fijamente la caligrafía en sí misma. Hacia las “g” igual que él. Buscó en la carta cada una de ellas, y sintió cada una como una amistosa pequeña ola entrevista a través de un velo. La carta era un tesoro increíble, prueba de que Lily Poter había vivido, realmente vivido, que su cálida mano alguna vez se había movido por este pergamino, trazando con tinta estas letras, estas palabras, palabras que se referían a él, Harry, su hijo.
Limpiándose las lágrimas de los ojos con impaciencia, volvió a leer la carta una vez más, esta vez concentrándose en el significado. Era como escuchar una voz recordada a medias.
Habían tenido un gato… tal vez hubiera muerto, como sus padres en el Valle de Godric… o si no tal vez hubiera huido cuando no quedo nadie que lo alimentara… Sirius le había comprado su primera escoba… Sus padres habían conocido a Bathilda Bagshort; ¿Los habría presentado Dumbledore? Dumbledore todavía tiene su Capa de Invisibilidad… Había algo extraño ahí…
Harry hizo una pausa ponderando las palabras de su madre. ¿Por qué Dumbledore había tomado la Capa de Invisibilidad de James? Harry recordaba claramente a su Director diciéndole años atrás, “No necesito una capa para volverme invisible” ¿Acaso algún miembro de la Orden menos talentoso la había necesitado y Dumbledore había actuado como enlace? Harry continuó leyendo…
Gusano estuvo aquí… Pettigrew, el traidor, había parecido “triste” ¿lo habría estado? ¿Habría sido consciente de que veía a James y a Lily con vida por última vez?
Y finalmente Bathilda otra vez, que contaba historias increíbles acerca de Dumbledore. Parece increíble que Dumbledore…
¿Qué Dumbledore qué? Pero había un gran número de cosas que podrían parecer increíbles acerca de Dumbledore; que alguna vez hubiera recibido bajas calificaciones en un Exámen de Transfiguración, por ejemplo o que se hubiera sentido inclinado a encantar de cabras como Aberforth…
Harry se levantó y examinó el suelo, tal vez el resto de la carta estuviera por allí en alguna parte. Agarró papeles, tratándolos, en su avidez, con tan poca consideración como el que los había examinado en primer lugar, abrió cajones, sacudió libros, se puso de pie sobre una silla para pasar la mano por encima del armario, y gateó debajo de la cama y del sillón.
Al final, yaciendo boca abajo sobre el piso, divisó lo que parecía un pedazo de papel roto debajo del juego de cajones. Cuando lo tomó, resultó ser gran parte de la fotografía que Lily había descrito en la carta. Un bebé de cabello negro se elevaba rápidamente dentro y fuera de la fotografía en una pequeña escoba, rugiendo de risa, y un par de piernas que debían pertenecer a James lo perseguían. Harry se metió la fotografía en el bolsillo junto con la carta de Lily y continuó buscando la segunda hoja.
No obstante, después de un cuarto de hora, se vio forzado a concluir que el resto de la carta de su madre había desaparecido. ¿Sencillamente se había perdido en los dieciséis años que habían pasado desde que había sido escrita, o se la había llevado quienquiera que fuera que había registrado la habitación? Harry volvió a leer la primera hoja nuevamente, esta vez buscando pistas de que podría haber hecho que la segunda hoja fuera de valor. Su escoba de juguete difícilmente pudiera ser considerada interesante por los mortífagos… la única cosa potencialmente útil que podía ver en ella era que contuviera posible información acerca de Dumbledore. Parece increíble que Dumbledore… ¿Qué?
-¿Harry? ¿Harry? ¿Harry?
-¡Aquí estoy! –gritó-. ¿Qué pasa?
Hubo un estruendo de pisadas fuera de la puerta, y Hermione irrumpió en la habitación.
-¡Nos despertamos y no sabíamos donde estabas! –dijo sin aliento-. Se dio la vuelta y gritó sobre el hombro- ¡Ron! Lo encontré.
La voz fastidiada de Ron hizo eco en la distancia, varios pisos por debajo.
-¡Bien! ¡Dile de mi parte que es un imbécil!
-Harry por favor no desaparezcas de esa forma, ¡estábamos aterrados! ¿Para que subiste aquí ya que estamos? –Miró alrededor de la saqueada habitación-. ¿Qué has estado haciendo?
-Mira lo que acabo de encontrar.
Le tendió la carta de su madre. Hermione la tomó y la leyó mientras Harry la observaba. Cuando llegó al final de la página levantó la vista hacia él.
-Oh Harry…
-Y también encontré esto.
Le entregó la fotografía rasgada, y Hermione sonrió ante el bebé elevándose que aparecía y desaparecía de la vista sobre la escoba de juguete.
-He estado buscando el resto de la carta, -dijo Harry-, pero no está aquí.
Hermione miro a su alrededor.
-¿Tú has montado todo este lío, o ya estaba así cuando llegaste?
-Alguien estuvo registrando antes que yo, -dijo Harry.
-Eso me pareció. Cada habitación en la que he mirado de camino hacia arriba había sido desordenada. ¿Que crees que pueden haber estado buscando?
-Información acerca de la Orden, si fue Snape.
-Pero se podría pensar que ya tiene toda la que necesita. Quiero decir, él era parte de la Orden, ¿verdad?
-Bueno entonces, -dijo Harry, ansioso por discutir su teoría-, ¿Podría ser información acerca de Dumbledore? La segunda hoja de la carta, por ejemplo. Ves esta Bathilda a la que mi madre menciona, ¿sabes quien es?
-¿Quién?
-Bathilda Bagshort, la autora de…
-Historia de la Magia, -dijo Hermione, mostrándose interesada-. ¿Así que tus padres la conocían? Era una increíble historiadora mágica-
-Y aún está con vida, -dijo Harry-, y vive en el Valle de Godric. La tía de Ron, Muriel habló de ella en la boda. También conocía a la familia de Dumbledore. Sería muy interesante hablar con ella, ¿no es así? –Para el gusto de Harry, había demasiado entendimiento en la sonrisa que Hermione le dedicó. Recuperó la carta y la fotografía y las puso dentro del saquito que tenía alrededor del cuello, para no tener que mirarla y ponerse en evidencia.
-Entiendo porque te gustaría hablar con ella, acerca de tu madre y tu padre y de Dumbledore también, -dijo Hermione-. Pero eso en realidad no nos ayudará en nuestra búsqueda de los Horrocruxes, ¿verdad? –Harry no respondió, y ella se apresuró a continuar-, Harry, sé que realmente deseas ir al Valle de Godric, pero me asusta. Me asusta cuan fácilmente nos encontraron esos mortífagos ayer. Solo hace que me sienta más segura que nunca de que debemos evitar el lugar donde tus padres están enterrados, estoy segura que están esperando a que lo visites.
-No es solo eso, -dijo Harry, aún evitando mirarla-, en la boda, Muriel dijo cosas acerca de Dumbledore. Quiero saber la verdad…
Le contó a Hermione todo lo que Muriel le había dicho. Cuando hubo terminado, Hermione dijo,
-Por supuesto, que puedo ver porque eso te trastornó, Harry…
-No estoy trastornado, -mintió-, Solo me gustaría saber si es cierto o no…
-Harry, ¿Realmente crees que obtendrás la verdad de una vieja mujer maliciosa como Muriel, o de Rita Skeeter? ¿Cómo puedes creer en ellas? ¡Conociste a Dumbledore!
-Creí que le conocía, -murmuró.
-¡Pero sabes cuanta verdad había en todo lo que Rita escribió acerca de ti! Doge está en lo cierto, ¿Cómo puedes dejar que esta gente empañen tus recuerdos de Dumbledore?
El apartó la mirada, intentando no demostrar el resentimiento que sentía. Allí estaba otra vez: Escoge en que creer. Quería la verdad. ¿Por qué estaba todo el mundo tan determinado a que no la obtuviera?
-¿Te parece que bajemos a la cocina? –Sugirió Hermione después de una pequeña pausa-. ¿A buscar algo de desayunar?
Accedió, pero de mala gana, y la siguió al descansillo y más allá vio la segunda puerta que daba al rellano. Había profundas marcas de arañazos en la pintura debajo de un pequeño letrero en el que no había reparado en la oscuridad. Cruzó el rellano para leerlo. Era un pequeño letrero pomposo, escrito con prolija letra manuscrita, el tipo de cosa que Percy Weasley podría haber pegado en la puerta de su dormitorio.
No entrar
Sin el expreso permiso de
Regulus Arcturus Black
Harry se vio invadido por la excitación, pero no se dio cuenta enseguida del porque. Volvió a leer el letrero. Hermione ya estaba un tramo de escaleras por debajo de él.
-Hermione, -dijo, y se sorprendió de que su voz sonara tan calmada-. Vuelve a subir aquí.
-¿Qué pasa?
-R.A.B. Creo que lo he encontrado.
Se oyó un jadeo, y luego Hermione que subía corriendo las escaleras.
-¿En la carta de tu madre? Pero no vi…
Harry negó con la cabeza, señalando al letrero de Regulus. Ella lo leyó, luego cogió a Harry por el brazo, con tanta fuerza que este dio un respingo.
-¿El hermano de Sirius? –susurró.
-Era un mortífago, -dijo Harry-. Sirius me habló de él, se unió a ellos cuando era verdaderamente joven y luego se arrepintió y trato de abandonar… por lo que lo mataron.
-¡Eso encaja! –Jadeó Hermione-. ¡Si era un mortífago tenía acceso a Voldemort, y si se sintió desencantado, entonces podría haber deseado la caída de Voldemort!
Soltó a Harry, se inclinó sobre la barandilla, y gritó,
-¡Ron! ¡RON! ¡Sube, rápido!
Un minuto después apareció Ron resoplando, con la varita lista en la mano.
-¿Qué pasa? Si son voluminosas arañas otra vez quiero desayunar antes de…
Frunció el ceño ante el letrero que Hermione estaba señalando silenciosamente en la puerta de Regulus.
-¿Qué? Ese era el hermano de Sirius, ¿verdad? Regulus Arcturus… Regulus… ¡R.A.B! El relicario… ¿Suponen que…?
-Averigüémoslo, -dijo Harry. Empujo la puerta; estaba cerrada. Hermione apuntó el picaporte con la varita y dijo, -Alohomora. Se oyó un clic, y la puerta se abrió.
Avanzaron juntos por el umbral, mirando alrededor. El dormitorio de Regulus era ligeramente más pequeño que el de Sirius, aunque producía la misma sensación de antigua grandeza. Mientras Sirius había intentado exponer sus diferencias con el resto de la familia, Regulus se había esforzado por enfatizar lo opuesto. Los colores de Slytherin, verde esmeralda y plateado, estaban por todas partes, adornando la cama, las paredes y las ventanas. El blasón de la familia Black estaba cuidadosamente pintado sobre la cama, junto con su lema, TOUJOURS PUR. Debajo había una colección de amarillentos recortes de periódico, pegados todos juntos hasta formar un irregular colage. Hermione cruzó la habitación para examinarlos.
-Son todos sobre Voldemort, -dijo-. Parece que Regulus ya lw admiraba años antes de unirse a los mortífagos.
Una nube de polvo se alzó cuando se sentó sobre el cubrecama para leer los recortes. Mientras tanto, Harry se fijó en otra fotografía: un equipo de Quiditch de Hogwarts que sonreía y saludaba desde el marco. Se acercó y pudo apreciar las serpientes en los blasones de sus pechos: Slytherins. Reconoció inmediatamente a Regulus como el muchacho sentado en el centro de la primera fila: Tenía el mismo cabello oscuro y se le veía ligeramente altanero como su hermano, aunque era más pequeño, más delgado, y bastante menos apuesto de lo que Sirius había sido.
-Jugaba de Buscador, -dijo Harry.
-¿Qué? –dijo Hermione vagamente; todavía estaba inmersa en el montón de recortes acerca de Voldemort.
-Está sentado en el centro de la fila delantera, es el lugar reservado para el Buscador… No importa, -dijo Harry, dándose cuenta que nadie le estaba escuchando. Ron estaba sobre manos y rodillas, buscando debajo del armario. Harry miró alrededor de la habitación buscando posibles lugares que pudieran servir de escondrijos y se aproximó al escritorio. Una vez más, alguien había registrado este lugar antes que ellos. El contenido de los cajones había sido revuelto recientemente, el polvo había sido removido, pero no había nada de valor allí: viejas plumas, textos caducos que evidenciaban haber sido toscamente manoseados, un frasco de tinta recientemente roto, el pegajoso remanente cubría el contenido del cajón.
-Hay una forma más fácil, -dijo Hermione, mientras Harry se limpiaba los dedos sucios de tinta en los pantalones. Levantó la varita y dijo-, ¡Accio, relicario!
Nada ocurrió. Ron, que había estado examinando los pliegues de las desvaídas cortinas, pareció decepcionado.
-¿Entonces, eso es todo? ¿No está aquí?
-Oh, aún podría estar aquí, pero bajo encantamientos protectores, -dijo Hermione-. Encantamientos para prevenir que sea convocado mágicamente, tú sabes.
-Como el que Voldemort puso sobre el pedestal de piedra en la cueva, -dijo Harry, recordando como había sido incapaz de convocar el falso relicario.
-¿Entonces, cómo se supone que lo encontraremos? -preguntó Ron.
-Buscando manualmente, -dijo Hermione.
-Buena idea, -dijo Ron, poniendo los ojos en blanco, y reanudando su búsqueda en las cortinas.
Durante más de una hora, peinaron cada pulgada de la habitación, pero al final, se vieron forzados a concluir que el relicario no estaba allí.
El sol había ascendido ya; su luz los deslumbraba aún a través de los sucios ventanales.
-Aunque podría estar en otra parte de la casa, -dijo Hermione con un tono animado mientras bajaban las escaleras. Mientras a Harry y Ron se les veían más bien desalentados, parecía que ella se había vuelto mas resuelta-. Tanto si se las ingenió para destruirlo como si no, querría mantenerlo oculto de Voldemort, ¿no es así? ¿Recuerdan todas esas cosas espantosas de las que tuvimos que librarnos cuando estuvimos aquí la última vez? Ese reloj que lanzaba rayos a todo el mundo y esas viejas túnicas que trataron de estrangular a Ron; Regulus podría haberlos puesto allí para proteger el escondrijo del relicario, aunque no nos dimos cuenta en ese… ese…
Harry y Ron la miraron. Estaba parada con un pie en el aire, con la mirada perdida de alguien a quien le hubieran hecho un Encantamiento Desmemorizador, hasta sus ojos estaban desenfocados.
-…en ese momento, -terminó la frase con un susurro.
-¿Te pasa algo? –preguntó Ron
-Había un relicario.
-¿Qué? –dijeron Harry y Ron juntos.
-En el armario del salón de dibujo. Nadie pudo abrirlo. Y nosotros… nosotros…
Harry sintió como si se le hubiera deslizado un ladrillo a través del pecho hacia el estómago. Lo recordaba. Hasta había manipulado la cosa mientras se la pasaban unos a otros, cada cual en su turno intentando espiar en su interior. Lo habían tirado a un saco de basura, junto con la caja de rapé de polvo Wartcap y la caja de música que había hecho que todo el mundo se sintiera somnoliento…
-Kreacher nos robó muchas cosas, -dijo Harry. Era su única oportunidad, la única pequeña esperanza que les quedaba, e iba a aferrarse a ella hasta que se viera obligado a desecharla-. Tenía un escondite lleno de cosas en la alacena de la cocina. Vamos.
Bajó las escaleras corriendo saltando los peldaños de dos en dos, los otros dos yendo como relámpagos a su estela. Hicieron tanto ruido que cuando pasaron por el vestíbulo despertaron al retrato de la madre de Sirius.
-¡Asquerosos! ¡Sangresucia! ¡Canallas! –gritó trss ellos mientras se lanzaban hacia el sótano de la cocina y cerraban la puerta de golpe a sus espaldas. Harry corrió toda la longitud de la habitación, patinó hasta detenerse frente a la puerta de la alacena de Kreacher, y la abrió de un tirón. Encontró el nido de sucias mantas viejas en las que el elfo domestico había dormido una vez, pero ya no brillaban con las baratijas que Kreacher había recobrado. Lo único que había allí era una vieja copia de La Naturaleza de la Nobleza: Genealogía Mágica. Negándose a creer lo que veían sus ojos, Harry tomó bruscamente las mantas y las sacudió. Un ratón muerto cayó y rodó lúgubremente por el suelo. Ron gimió y se subió sobre una silla de cocina; Hermione cerró los ojos.
-Esto todavía no ha acabado, -dijo Harry, levantó la voz y llamó-, ¡Kreacher!
Se oyó un audible crack y el elfo doméstico que Harry tan reluctantemente había heredado de Sirius apareció de la nada delante del frío y vacío hogar. Diminuto, de la mitad del tamaño de un humano, con la pálida piel colgando de él en pliegues, el cabello blanco brotando copiosamente de sus orejas parecidas a las de un murciélago. Todavía llevaba puesto el inmundo harapo con el que lo habían conocido la primera vez, y la mirada despectiva que le dedicó a Harry demostraba que su actitud ante el cambio de dueño no se había alterado más que su vestimenta.
-Amo, -graznó Kreacher con su voz de sapo, e hizo una profunda reverencia; murmurando contra sus rodillas-, Otra vez en la antigua casa de mi ama con el traidor a la sangre Weasley y la sangresucia…
-Te prohíbo que llames a nadie “traidor a la sangre” o “Sangresucia”, -gruñó Harry. Habría encontrado a Kreacher, con su nariz en forma de hocico y sus ojos inyectados en sangre, un objeto particularmente indeseable aunque el elfo no hubiera traicionado a Sirius ante Voldemort.
-Tengo una pregunta para ti, -dijo Harry, con el corazón latiéndole considerablemente rápido mientras miraba al elfo-, y te ordeno que la respondas con veracidad. ¿Entendido?
-Si, Amo, -dijo Kreacher haciendo otra reverencia. Harry vio que sus labios se movían silenciosamente, indudablemente articulando los insultos que ahora tenía prohibido pronunciar.
-Hace dos años, -dijo Harry, su corazón ahora golpeaba contra sus costillas-, en el salón de dibujo del piso de arriba había un gran relicario de oro. Lo tiramos. ¿Tú lo recuperaste?
Hubo un momento de silencio, durante el cual Kreacher se enderezó para mirar a Harry directo a la cara. Luego dijo, -Si.
-¿Dónde se encuentra en este momento? –preguntó Harry alborozado mientras Ron y Hermione se mostraban alegres.
Kreacher cerró los ojos como si no soportara ver su reacción ante sus siguientes palabras.
-Ido.
-¿Ido? –Hizo eco Harry, el júbilo lo abandonó flotando lejos de él-, ¿Que quieres decir con ido?
El elfo se estremeció. Flaqueó.
-Kreacher, -dijo Harry ferozmente-, Te ordeno…
-Mundungus Fletcher, -graznó el elfo, con los ojos aún fuertemente cerrados-. Mundungus Fletcher lo robó todo; los retratos de la Señorita Bella y la Señorita Cissy, los guantes de mi ama, la Orden de Merlín de Primera Clase, las copas con el escudo familiar, y… y…
Kreacher estaba tragando para conseguir un poco de aire: su hundido pecho subía y bajaba rápidamente, luego sus ojos se abrieron de golpe y profirió un horripilante grito.
-… y el relicario, el relicario del amo Regulus. ¡Kreacher hizo mal, Kreacher falló en su encargo!
Harry reaccionó instintivamente: cuando Kreacher se abalanzó sobre el atizador que estaba sobre la rejilla, se lanzó sobre el elfo, aplastándolo. El grito de Hermione se mezcló con el de Kreacher pero el rugido de Harry fue más fuerte que el grito de ambos:
-¡Kreacher, te ordeno que te estés quieto!
Sintió que el elfo se quedaba congelado y lo soltó. Kreacher yacía laxo en el frío piso de piedra, con lágrimas brotando de sus ojos hundidos.
-¡Harry, deja que se levante! –susurró Hermione.
-¿Para que pueda golpearse con el atizador? –bufó Harry, arrodillándose junto al elfo-. No creo. Bien. Kreacher, quiero la verdad: ¿Como sabes que Mundungus Fletcher robó el relicario?
-¡Kreacher lo vio! –dijo entrecortadamente el elfo mientras las lágrimas corrían sobre el hocico y se le metían en la boca llena de dientes grisáceos-. Kreacher lo vio salir de la alacena de Kreacher con las manos llenas de los tesoros de Kreacher. Kreacher le dijo al furtivo ladrón que se detuviera, pero Mundungus Fletcher se rió y huyó…
-¿Dijiste que el relicario era del “Amo Regulus”?, -dijo Harry-. ¿Por qué? ¿De donde provenía? ¿Que tenía Regulus que ver con él? ¡Kreacher, enderézate y cuéntame todo lo que sepas del relicario, y qué tenía que ver Regulus con él!
El elfo se sentó derecho, se enroscó formando una pelota, colocó la cara mojada entre las rodillas, y empezó a mecerse hacia atrás y hacia delante. Cuando habló, la voz sonó atenuada pero bastante definida en el silencio, haciendo eco a través de la cocina.
-El Amo Sirius huyó, fue bueno librarnos de él, ya que era un mal muchacho y le rompió el corazón a mi Ama con sus modales desenfrenados. Pero el Amo Regulus tenía la disposición apropiada; conocía las obligaciones que implicaba el apellido Black y la dignidad de su sangre pura. Durante años habló del Señor Oscuro, que sacaría a los magos de su retiro para gobernar a los muggles y a los nacidos muggles… y cuando tuvo dieciséis años, el Amo Regulus se unió al Señor Oscuro. Cuan orgulloso, cuan orgulloso, tan feliz de servirlo…
-Y un día, tras un año de haberse unido, el Amo Regulus vino a la cocina a ver a Kreacher. Al Amo Regulus siempre le gustó Kreacher. Y el Amo Regulus dijo… él dijo…
El viejo elfo se meció más rápido que antes.
-…dijo que el Señor Oscuro requería un elfo.
-¿Voldemort necesitaba un elfo? –repitió Harry, mirando a Ron y Hermione, que parecían tan confundidos como él.
-Oh si, -gimió Kreacher-. Y el Amo Regulus había ofrecido voluntariamente a Kreacher. Era un honor, dijo el Amo Regulus, un honor para él y para Kreacher, que debía asegurarse de hacer cualquier cosa que el Señor Oscuro le ordenase… y luego volver a casa.
Kreacher se meció aún más rápidamente, respirando en sollozos.
-Así que Kreacher con el Señor Oscuro. El Señor Oscuro no le dijo a Kreacher lo que iban a hacer, pero llevó a Kreacher con él a una cueva cerca del mar. Y adentrándose en la cueva había una caverna, y en la caverna había un gran lago negro…
A Harry se le erizaron los pelos de la nuca. Los graznidos de Kreacher parecían llegarle como atravesando el agua oscura. Vio lo que había pasado tan claramente como si hubiera estado allí presente.
-… Había un bote…
Por supuesto que había habido un bote; Harry conocía el bote, de un verde fantasmal y pequeñito, embrujado para llevar a un brujo y a una victima hasta la isla que había en el centro. Entonces, así había sido como Voldemort había puesto a prueba las defensas que rodeaban el Horrocrux, tomando prestada a una criatura prescindible, un elfo doméstico…
-En la isla, había un p-pedestal con una vasija llena de poción. El S-Señor Oscuro hizo que Kreacher la bebiera…
El elfo se estremeció de la cabeza a los pies.
-Kreacher bebió, y mientras bebía, vio algo terrible… El interior de Kreacher ardía… Kreacher gritó para que el Amo Regulus lo salvara, gritó llamando a la Señora Black, pero el Señor Oscuro solo rió… hizo que Kreacher bebiera toda la poción… dejo caer un relicario dentro de la vasija vacía sobre el pedestal… y lo llenó con más poción.
-Y luego el Señor Oscuro se alejó en el bote, dejando a Kreacher en la isla…
Harry podía ver como sucedía. Observó la cara blanca de serpiente de Voldemort desvaneciéndose en la oscuridad, los ojos rojos despiadadamente fijos en el derrotado elfo cuya muerte se produciría en pocos minutos, cuando sucumbiera a la desesperante sed que el ardiente veneno provocaba en sus víctimas… Pero, la imaginación de Harry no llegaba a tanto, por lo que no pudo ver como había escapado Kreacher.
-Kreacher necesitaba agua, se arrastró hasta el borde de la isla y bebió del lago negro… y manos, manos muertas, salieron del agua y arrastraron a Kreacher debajo de la superficie…
-¿Cómo escapaste? –preguntó Harry, y no se sorprendió al notar que había hablado en susurros.
Kreacher levantó la fea cabeza y miró a Harry con sus grandes ojos, inyectados en sangre.
-El Amo Regulus le dijo a Kreacher que regresara, -dijo.
-Lo sé… ¿Pero como escapaste de los Inferi?
Kreacher no pareció entenderlo.
-El Amo Regulus le dijo a Kreacher que regresara, -repitió.
-Lo sé, pero…
-Bueno, es obvio, ¿no Harry? –dijo Ron-. ¡Desapareció!
-Pero… no podías Aparecerte dentro y fuera de esa cueva, -dijo Harry-, De otra forma Dumbledore…
-La magia de los elfos no es igual que la magia de los brujos, ¿verdad? –dijo Ron-, Quiero decir, ellos pueden Aparecer y Desaparecer dentro y fuera de Hogwarts cuando nosotros no podemos hacerlo.
Hubo un silencio mientras Harry digería eso. ¿Como podía Voldemort haber cometido un error semejante? Pero incluso mientras lo pensaba, Hermione habló, y su voz era helada.
-Por supuesto, que Voldemort consideraría las aptitudes de los elfos domésticos demasiado inferiores como para tenerlas en cuenta… Nunca se le hubiera ocurrido pensar que podrían contar con una magia que él no poseía.
-La ley principal entre los elfos domésticos es el vínculo con el Amo, -entonó Kreacher-. A Kreacher se le dijo que regresara a casa, así que Kreacher regresó a casa...
-Bueno, entonces, hiciste lo que se te había ordenado, ¿verdad? –dijo Hermione gentilmente-. No desobedeciste las órdenes en ningún momento.
Kreacher sacudió la cabeza, meciéndose mas rápido que nunca.
-¿Entonces que pasó cuando regresaste? –Preguntó Harry-. ¿Qué dijo Regulus cuando le contaste lo que había pasado?
-El Amo Regulus estaba muy preocupado, muy preocupado, -graznó Kreacher-. El Amo Regulus le dijo a Kreacher que permaneciera escondido y que no saliera de la casa. Y luego… fue un tiempo después… el Amo Regulus vino a buscar a Kreacher a su alacena una noche, y el Amo Regulus estaba raro, no parecía el de siempre, perturbado en la mente, Kreacher se dio cuenta… y le pidió a Kreacher que lo llevara a la cueva, la cueva a la que Kreacher había ido con el Señor Oscuro…
Y así partieron. Harry podía visualizarlos bastante claramente, el asustado viejo elfo y el delgado y moreno Buscador que tanto se había parecido a Sirius… Kreacher sabía como abrir la entrada oculta que llevaba a la caverna subterránea, sabía como alzar el pequeño bote: esta vez era su amado Regulus el que navegaba con él hacia la isla donde estaba la vasija con veneno.
-¿Y te hizo beber el veneno? –dijo Harry, asqueado.
Pero Kreacher sacudió la cabeza y lloró. Hermione se llevó las manos a la boca; Parecía haber entendido algo.
-El A-Amo Regulus sacó del bolsillo un relicario igual al que tenía el Señor Oscuro, -dijo Kreacher, con las lágrimas corriendo a cada lado de su nariz en forma de hocico-. Y le dijo a Kreacher que lo tomara, y que cambiara los relicarios cuando la vasija estuviera vacía…
En ese momento los sollozos de Kreacher se volvieron sonidos estridentes; Harry tuvo que esforzarse firmemente para poder entenderlo.
-Y le ordenó… a Kreacher que se fuera… sin él. Y le dijo a Kreacher… que se fuera a casa… y que nunca le dijera al Ama… lo que había hecho… pero que destruyera… el primer relicario. Y bebió… toda la poción… y Kreacher cambió los relicarios… y observó… como al Amo Regulus… lo arrastraban debajo del agua… y…
-¡Oh, Kreacher! –se lamentó Hermione, que estaba llorando. Cayó de rodillas junto al elfo y trató de abrazarlo. En un instante el elfo estaba de pie, arrastrándose lejos de ella, obviamente asqueado.
-La sangresucia tocó a Kreacher, el no lo permitirá, ¿Qué va a decir su ama?
-¡Te dije que no la llamaras “Sangresucia”! –le regañó Harry, pero el elfo ya estaba castigándose a sí mismo. Cayó de bruces y empezó a golpearse la frente contra el suelo.
-¡Detenlo… detenlo! –gritó Hermione-. ¿Oh, no puedes ver lo enfermizo de la situación, la forma en que se ven obligados a obedecer?
-¡Kreacher… detente, detente! –gritó Harry.
El elfo se quedó tendido en el piso, jadeando y temblando, con el hocico brillando con un moco verde, un morado floreciendo en su pálida frente donde se había golpeado a si mismo y los ojos hinchados e inyectados en sangre bañados en lágrimas. Harry nunca había visto nada tan lamentable.
-Así que trajiste el relicario a casa, -dijo implacablemente, ya que estaba determinado a saber la historia completa-. ¿Y trataste de destruirlo?
-Nada de lo que Kreacher intentó hizo mella en él, -gimió el elfo-. Kreacher lo intentó todo, todo lo que sabía, pero nada, nada funcionaba… Conjuro muchos poderosos hechizos sobre la cubierta, Kreacher estaba seguro que la forma de destruirlo era metiéndose dentro de él, pero no se abría… Kreacher se castigaba a sí mismo, y lo intentaba de nuevo, se castigaba a sí mismo y lo intentaba de nuevo. Kreacher fracasó al obedecer las órdenes, ¡Kreacher no pudo destruir el relicario! Y su ama estaba loca de pena, porque el Amo Regulus había desaparecido y Kreacher no podía decirle lo que había pasado, no, porque el Amo Regulus le había p-p-prohibido decirle a nadie de la familia lo que había ocurrido en la cueva…
Kreacher empezó a sollozar tan fuerte que no hubo más palabras coherentes. Las lágrimas fluían por las mejillas de Hermione mientras miraba a Kreacher, pero no se atrevió a tocarlo otra vez. Hasta Ron, que no era un admirador de Kreacher, parecía contrariado. Harry se sentó sobre los talones y sacudió la cabeza, tratando de aclararla.
-No te entiendo, Kreacher, -dijo finalmente-. Voldemort trató de matarte, Regulus murió intentando hacer caer a Voldemort, ¿pero aún así traicionaste alegremente a Sirius ante Voldemort? Te alegraste de ir con Narcissa y Bellatrix, para pasar información a Voldemort a través de ellas…
-Harry, Kreacher no lo ve de esa forma, -dijo Hermione, limpiándose los ojos con el dorso de la mano-. Es un esclavo; los elfos domésticos están acostumbrados a recibir malos tratos, incluso a la brutalidad. Lo que Voldemort le hizo a Kreacher, para él, no fue muy diferente a como lo trataban normalmente. ¿Qué pueden significar las guerras de los magos para un elfo como Kreacher? Es leal a la gente que es bondadosa con él, y la Señora Black debe haberlo sido, y Regulus ciertamente lo era, así que les servía con gusto y repite sus creencias como un loro. Sé lo que vas a decir, -continuó cuando Harry comenzó a protestar-, que Regulus cambió de parecer… pero al parecer que no se lo explicó a Kreacher, ¿verdad? Y creo que sé por que. Si defendían la antigua tradición de la sangre pura tanto Kreacher como la familia de Regulus estarían a salvo. Regulus estaba tratando de protegerlos a todos.
-Sirius…
-Sirius era horrible con Kreacher, Harry, y no hay forma de encontrarle el lado bueno a eso, sabes que es verdad. Kreacher llevaba solo mucho tiempo cuando Sirius vino a vivir aquí, y probablemente estuviera hambriento de un poco de cariño. Estoy segura que “la Señorita Cissy” y “la Señorita Bella” fueron perfectamente amorosas con Kreacher cuando se lo pidieron, así que les hizo un favor y les dijo todo lo que querían saber. Siempre dije que los magos pagarían por la forma en que trataban a los elfos domésticos. Bueno, Voldemort, lo hizo… y también Sirius.
Harry no tenía respuesta para eso. Mientras miraba a Kreacher sollozando en el piso, recordó lo que Dumbledore le había dicho, solo unas pocas horas después de la muerte de Sirius: No creo que Sirius haya contemplado nunca a Kreacher como un ser con sentimientos tan agudos como los de un humano…
-Kreacher, -dijo Harry después de un momento-, Cuando te sientas mejor, er… por favor siéntate.
Pasaron varios minutos antes de que Kreacher hipara hasta quedarse en silencio. Luego se alzó a sí mismo hasta estar sentado nuevamente, frotándose los ojos con los nudillos como un niño pequeño.
-Kreacher, voy a pedirte que hagas algo, -dijo Harry. Miró a Hermione pidiéndole ayuda. Quería darle la orden amablemente, pero al mismo tiempo, no podía hacer que pareciera como si no fuera una orden. De todos modos, el cambio en su tono pareció haber ganado su aprobación: sonrió alentadoramente.
-Kreacher, quiero, que por favor, vayas a buscar a Mundungus Fletcher. Tenemos que averiguar donde está el relicario… donde está el relicario del Amo Regulus. Es muy importante. Queremos terminar el trabajo que el Amo Regulus comenzó, queremos… er… asegurarnos de que no murió en vano.
Kreacher bajó los puños y levantó la mirada hacia Harry.
-¿Encontrar a Mundungus Fletcher? –graznó.
-Y traerlo aquí, a Grimmauld Place, -dijo Harry-. ¿Crees que podrías hacer eso por nosotros?
Cuando Kreacher asintió y se puso de pie, Harry tuvo una súbita inspiración. Sacó la bolsa de Hagrid y tomó el falso Horrocrux, el relicario sustituto en el que Regulus había depositado la nota para Voldemort.
-Kreacher, yo, er, quisiera que tuvieras esto, -dijo, presionando el relicario contra la mano del elfo-. Perteneció a Regulus y estoy seguro que él querría que tu lo tuvieras como una muestra de gratitud por lo que…
-Estás exagerando, compañero, -dijo Ron mientras el elfo le echaba un vistazo al relicario, dejaba escapar un alarido de conmoción y desdicha, y se volvía a tirar al suelo.
Les llevó casi media hora calmar a Kreacher, que estaba tan abrumado ante el ofrecimiento de que conservara una reliquia de la familia Black, que se le pusieron las rodillas tan flojas que no podía mantenerse en pie correctamente. Cuando finalmente fue capaz de dar unos pocos pasos tambaleantes todos le acompañaron a la alacena, le vieron dejar a salvo el relicario entre las sucias mantas, y le aseguraron que la primera prioridad para ellos sería la protección del relicario mientras él estuviera ausente. Luego hizo dos grandes reverencias en dirección a Harry y a Ron, y hasta le dedicó a Hermione una pequeña y graciosa sacudida que podría haberse interpretado como un intento de saludo respetuoso, antes de Desaparecerse con el acostumbrado y ruidoso crack.
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Fragua
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